viernes, 27 de febrero de 2015

El extraño caso de Karen McGraw. Capítulo III







    Habían pasado casi nueve horas desde la desaparición de Karen. Lo primero que hizo Laureen fue llamar a todos sus conocidos, por si estaba con alguno de ellos. También les dijo que estuvieran alerta y que era altamente probable que la hubieran secuestrado. Después, llamó a su amiga Rosie, una madre soltera que conocía desde la adolescencia, quien la convenció para pasar la noche en su casa y llamar a la policía a primera hora de la mañana.
    —Le ha pasado algo, estoy segura.
    Laureen hablaba con los dos agentes de policía que se habían acercado a casa de Rosie tras atender su llamada. Eran la agente Sheyla Dunham, que tomaba nota de todo lo que Laureen le contaba, y Richard Stevens, un hombre joven y esbelto que se mantenía de pie, apoyado en la pared y escudriñando el exterior de la ventana. Mientras tanto, Rosie permanecía en la cocina dándole el desayuno a su hijo.
    —¿Qué estaba haciendo Karen McGraw cuando la vio por última vez? —La agente Dunham hablaba con un tono neutro y profesional.
    —Estábamos viendo la televisión en el cuarto. Sonó el teléfono y Karen fue a cogerlo. No fue una conversación excesivamente larga, pues volvió al poco tiempo —La agente Dunham, sentada frente a Laureen, tomaba apuntes a gran velocidad mientras asentía con la cabeza—. Y, no sé... Cuando volvió parecía preocupada por algo, no recuerdo lo que me dijo. Esa fue la última vez que la vi.
    —¿Se llevaban bien? ¿O discutían a menudo?
    —Nos llevamos perfectamente y no hemos discutido desde hace meses. Si piensa que ha huído de mí, descarte esa opción. Conozco a Karen y le aseguro que ella no es así. Karen no es una persona impulsiva y si tiene algún problema no es de las que se lo callan, es imposible que se haya ido por voluntad propia. Estoy segura de que la han secuestrado. Ya ha visto la sangre.
    —¿Sabe de alguien que pueda ser sospechoso? Quizá algún exnovio celoso o tal vez un cliente obsesionado con ella. Ha mencionado usted que su lugar de trabajo está lleno de hombres un tanto descarados.
    —Babosos. Ese es el térnimo exacto que he utilizado —Laureen empezaba a impacientarse—. Y no, no se me ocurre ningún posible sospechoso, pero comparto la idea de que haya podido ser alguien del Manson's. Es prácticamente al único sitio que va cuando sale sola de casa. No es posible que haya sido ningún exnovio porque yo soy la primera pareja estable que Karen ha tenido.
    El agente Stevens colocó una mano sobre la funda de su arma.
    —Alguien se acerca. Es un coche. Está entrando en la propiedad.
    Laureen se levantó despacio, conteniendo la respiración, y observó cautelosamente el exterior. Conocía aquel coche, pero no era el de Karen. Era el de Tom.
    —Es un amigo de Karen —dijo Laureen, emprendiendo el paso hacia la puerta—. Estará preocupado.
    —Recuerde, señorita Thompson —el agente Stevens le colocó una mano sobre el hombro para detenerla—: cualquier persona de su entorno es un potencial sospechoso. Nosotros no estaríamos aquí si los criminales no hubieran aprendido a esconderse.
    Laureen reflexionó unos instantes, luego dijo:
    —Lo tendré en cuenta. Gracias.
    Tom ya había aparcado el coche, se había bajado y llegaba corriendo al porche cuando Laureen abrió la puerta.
    —¡Te he estado llamando! —dijo Tom, con tono alterado—. ¿Cómo se te ocurre no decirme dónde estabas? He ido a tu casa y no he visto tu moto, luego se me ocurrió que podías estar aquí.
    —Tranquilo, Tom. Estoy con la policía. ¿Qué ocurre?
    —La he encontrado.




3 comentarios:

  1. Hola! Me quedo por aquí ^^ En cuanto pueda leo la historia que tiene buena pinta ^^ Un besoo

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    1. ¡Hola, Sara! Gracias por pasarte y leer. Pronto terminaré este relato, espero estar a la altura de las expectativas :)

      Un abrazo.

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  2. Uys, cómo se ha quedado... esto merece una entrada pronto, no?? jejeje
    Estaré atenta!
    Un saludo!!

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